29 mayo 2013

El Islam y los perros


El Profeta, que era un hombre realista, se dio cuenta de la fidelidad y la inteligencia de un animal como el perro, pero al mismo tiempo observó algunas costumbres de los perros como oler excrementos de otros perros o lamerse su propio sexo. 

De esta experiencia nacen un sinnúmero de hadices que han sido en ocasiones sacados de quicio. 

¿Puede un musulmán tener un perro? Por supuesto.
 
¿Debe quererlo? Igual que el musulmán lo ama todo, todo lo que le rodea. 

¿Debe dejarse lamer la boca por el perro como hacen algunos? No debe. No es nada conveniente, pues la saliva del perro contagia enfermedades. 

¿Puede usarlo para guardar la casa, el campo, las ovejas? Sin duda.
 
¿Debe dejarlo entrar en la casa? Aquí hay disensión, porque hay un hadiz que dice que "donde hay un perro no entran los mala’ika", y algunos decimos que está hablando del mismo modo que cuando decimos que fulano es “un perro”.  

En un sentido figurado. Sería absurda otra cosa porque son necesarios los ángeles incluso para que sea posible la menor de las acciones de un perro. Nada sucede sin la presencia de un ángel. 

¿Debe dejarse jugar al perro con niños?
Depende de lo limpio que esté el perro. En cualquier caso, el único problema no está sino en la falta de higiene. No es lo mismo un perro callejero de los tiempos del Profeta que uno de esos animales cuidadísimos que ni siquiera responden a la naturaleza original del "perro" porque son especies cruzadas y criadas en la domesticidad.

Por otra parte, el perro es un ejemplo para todos nosotros –y también para nuestro hijos- de fidelidad, cariño, generosidad, valentía, aprendizajes fundamentales en la vía espiritual. He visto perros desvelándose por cuidar a un bebé y he visto perros morir de pena por la muerte de su amo. Los perros están en la fitra y, salvo casos de manipulación genética, no son agresivos.



Fuente: webislam.com