19 febrero 2012

OCIKOS. Para los perros de la tercera edad

Atendido por su propia veterinaria, Ocikos es un geriátrico y pensionado para perros ancianos y discapacitados en una casaquinta colonial. Allí reciben buenos cuidados médicos y tienen un gran parque y hasta un yacuzzi para fisiatría.
A los 12 años, Alicia Barreto tuvo una de las experiencias más traumáticas que se pueden tener en la infancia: su perro fue envenenado por un vecino y se le murió en los brazos. Ella ya había crecido en un hogar donde reinaba el amor por los animales; pero este episodio decidió su vocación.
Se recibió de veterinaria en la UBA, pero la cuestión de la mortandad canina siguió vigente. "Tardé dos años en aprobar Cirugía, me bochaban una y otra vez porque me costó superar ese freno", recuerda. "Las facultades se vanaglorian de ser muy 'científicas' y dan poca orientación sobre la protección del animal. Mi rechazo al tema quirúrgico era tal que no quise ejercer de veterinaria".


Así, realizó toda una carrera corporativa dentro de una multinacional de medicamentos para animales. Mientras tanto, seguía adoptando perros callejeros, en especial los viejitos y los discapacitados. Tuvo más de 20; también hacía castraciones y atendía gratuitamente a los animales de otras personas.
Pero hacia 2008 empezó a plantearse que su vida laboral y su interés por los animales habían tomado caminos demasiado divergentes. Las circunstancias la incentivaron: el laboratorio se fusionó y a ella la desvincularon. Con la indemnización compró una vieja casaquinta de estilo colonial en Moreno, provincia de Buenos Aires. Entonces encaró otro tipo de inversión: cursos de posgrado en fisiatría y conducta animal, y el reacondicionamiento de la casaquinta para dedicarla exclusivamente a perros viejos.
Así fue como en 2010 nació Ocikos, un geriátrico y pensionado para perros gerontes y/o discapacitados, que en verano también aloja a perros y gatos de cualquier condición cuyos amos estén de vacaciones.

Toda la casaquinta ­que queda cerca de la vivienda es para ellos. Ya tenía un jacuzzi, que se reparó para que los animales puedan tener allí sus sesiones de fisiatría, igual que chimeneas a leña que se conectaron a salamandras porque en la tercera edad es importante ayudar a la regulación térmica. Los perros duermen juntos en un espacio grande, pero también hay habitaciones individuales para los casos especiales.
Y disponen de un parque por donde pueden correr, o donde los discapacitados motores son puestos a tomar sol ­o a refrescarse bajo los árboles­ después de las terapias de masajes y electroestimulación que reciben para que no se les atrofien los músculos.

"La vida que hacen acá, no la podrían hacer en las casas de sus amos por falta de espacio o de tiempo", dice. "Los dueños vienen a verlos cada 15 días o cada mes".
Además, confía: "Me apoyo mucho en colegas que son especialistas, que no existían cuando la expectativa de vida de los perros era menor, como oncología, oftalmología o traumatología veterinarias".
Hoy como ayer, cuando Barreto vuelve a su casa, la recibe una jauría de perros desclasados y felices de verla. "Yo pienso: ¿cómo no me va a ir bien, si vivo rodeada de ángeles?".


Por:       Paula Ancery
Fuente: Diario Clarín